miércoles, 19 de marzo de 2014

Localidades reservadas (4)_Cine Negro en los años 60 (#4)_Harper, 1966.


HARPER / HARPER, INVESTIGADOR PRIVADO - JACK SMIGHT - 1966

El investigador privado Lew Harper es contratado por la señora Sampson para investigar la desaparición de su marido a la llegada de un vuelo entre Las Vegas y Los Angeles. El señor Sampson es un multimillonario alcohólico y egoista al que aparentemente nadie echa de menos pero por el cual unos secuestradores piden un rescate de 500.000$. Miranda, la hija del matrimonio, tiene relaciones con el chófer de su padre, Allan Taggert, quien a su vez está unido a la cantante de un club nocturno, Betty Fraley, que está involucrada en el asunto de la desaparición. 

El guión está basado en la primera novela de Ross Macdonald, The Moving Target (El blanco móvil, 1949), donde hace aparición el detective Lew Archer que será el protagonista de una serie de ocho. Macdonald fue un escritor de novela negra y uno de los alumnos más aventajados de la escuela de Dashiell Hammett y Raymond Chandler. Su detective, Lew Archer, no será un cazador de criminales, sino más bien un rastreador de culpas. Separado de su mujer y del cuerpo policial, su carácter solitario le hace parecer un cínico desencantado con las sociedad que le rodea, quizás debido a este pasado. Archer no guía la acción, se deja llevar por ella remolcado por una serie de hechos que le rebasan y  le demuestran la imposibilidad de un héroe en un mundo corrompido hasta las entrañas. La búsqueda del millonario desaparecido no será más que la excusa con la que arranca una trama que sirve en realidad para mostrarnos el código ético del personaje, las difíciles relaciones con su ex mujer, su amistad con el abogado de la familia y toda una serie de personajes que se buscan la vida por la ciudad de Los Angeles y que están implicados en el caso de una u otra manera. 

La película es en realidad una revisión del genero negro detectivesco de los años 40, llevado a sus altares por Howard Hawks en El Sueño Eterno veinte años antes. El personaje de Harper interpretado por Paul Newman tiene ya una perspectiva de la que carecía el Philip Marlowe de Humphrey Bogart que lo hace más humano, más comprensivo y también más escéptico que su predecesor. La aparición de Lauren Bacall, que es la que inicia la trama, es todo un homenaje a un momento irrepetible que marcó una época dorada en la historia del cine. Destacar también en el reparto a Janet Leigh que ya había participado en una obra maestra del género como Sed de Mal (Orson Welles, 1958) y a la gran Shelley Winters en un papel de actriz alcohólica venida a menos, donde parece que se interpreta a sí misma. Arthur Hill, Robert Wagner y la joven Pamela Tiffin componen el resto del reparto. 

La película funciona muy bien como entretenimiento, cumpliendo su papel de revival del género, con un Paul Newman en la cima de su carrera aunque su forma de preparar el guión fue un tanto sui géneris según sus propias palabras:  Para definir el papel de Harper sencillamente me emborraché. Había leído el guión unas cuantas veces y volaba de Liverpool a Nueva York cuando comencé a leerlo de nuevo. Hacía acotaciones específicas y en abundancia. Empecé a beber y a tomar notas. A las tres horas tenía la cabeza como un bombo; apenas pude leer lo que escribí antes, pero tenía sentido. Finalmente, alrededor del ochenta por ciento de mis apuntes pudo usarse. Así que ese personaje se formó realmente en el vuelo de Liverpool a Nueva York. Con alcohol, pero con lógica. 

Quizás esta lógica aplastante y la borrachera fuera también la que le animó a presionar a los productores a que cambiaran el nombre del protagonista de Lew a Harper porque según Newman le daban suerte los títulos de películas que empezaban por la letra H. Y la verdad es que en los cinco años anteriores al rodaje de esta película fue nominado al Oscar o al Globo de Oro como mejor actor por The Hustler (Robert Rossen, 1961), Hemingway's Adventures of a Young Man (Martin Ritt, 1962), Hud (Martin Ritt, 1963) y el mismo año que Harper rodó Hombre (Martin Ritt).

Próxima película: Experiment in Terror (Chantaje contra una mujer, Blake Edwards, 1962).





Localidades reservadas (2)_Cine Negro en los años 60 (#2)_The Blast of silence, 1961.


Frankie Bono se crió en un orfanato, ahora es un asesino a sueldo que viaja de Cleveland a Nueva York, en vísperas de Navidad, para un trabajo: eliminar a un mafioso de segunda fila llamado Troiano. Frankie es un tipo solitario, meticuloso, sus relaciones sociales son las estrictamentes necesarias para cada trabajo, pero un antiguo conocido, un traficante de armas y una chica que "tenía algo especial" se cruzan en su camino y todo tomará un rumbo diferente. 

Blast of Silence es una de las últimas muestras de gran cine negro que influiría a multitud de filmes y que con el paso de los años se ha convertido en una pequeña película de culto. El nihilismo de su propuesta, junto con una fotografía en blanco y negro y una estética sencilla pero contundente, hace que pensemos en multitud de referentes en apariencia dispares como el noir polar de Melville, las primeras películas de Cassave- tes o en Atraco Perfecto de Kubrick. La influencia posterior más notable es la reconocida por el propio Scorsese para Taxi Driver. Frankie Bono es un personaje muy cercano al Travis encarnado por De Niro. Las citas religiosas del protagonista justificando su trabajo, "las hermanas del orfanato solían decir: las sendas del Señor son misteriosas. Me enviará el Señor para liberar al mundo de gente como Troiano", son constantes en el trabajo de Scorsese. Frankie pasea por los suburbios desérticos, casi abandonados, fantasmales espacios y calles saturadas de neones y salas de strip-tease como la 42th Street, la misma por la que paseaba Travis en Taxi Driver observando asqueado a los transeuntes. 
 
El actor protagonista es el propio director, Allen Baron, se convierte en una extraña mezcla de George C. Scott y Robert De Niro a los que recuerda mucho físicamente. El papel lo iba a interpretar sin cobrar Peter Falk, amigo del cineasta, pero ya estaba comprometido para trabajar en televisión y en Un gánster para un milagro de Frank Capra y decidió hacerlo él mismo. La película, que fue a su vez su primer largometraje, se rodó en tan solo 15 días, Baron tenía 26 años y escasa experiencia en la realización, un par de capítulos en televisión y algunos spots y menos aún como actor, fue uno de los secundarios de Cuban Rebel Girls (1959), la última película protagonizada por Errol Flynn y que narra la historia de un grupo de mercenarios ayudando a Castro contra Fulgencio Batista, aún así tenía las ideas muy claras sobre lo que quería hacer. Fue rodada con un presupuesto de unos 40.000 dólares y de forma cronológica, siguiendo el orden narrativo de cada secuencia, a fin de diponer de un primer copión de la película a medida que se iba trabajan- do y de esta manera filmar únicamente lo necesario. Además optó por lo que se conoce en el mundo del cine independiente como Guerrilla Filmmaking, rodar con equipos muy reducidos, utilizando cuanto hay disponible a su alcance y rodando a menudo en la calle en localizaciones reales sin previo aviso y sin permisos, de ahí el apelativo "guerrilla", por el riesgo a deman- das y multas, por eso existen esas tomas distantes tan abiertas por las calles de Nueva York al amanecer, los travellings tomados desde un coche con el protagonista caminando y hasta alguna persona mirando a cámara sin disimulo. La película rodada en blanco y negro, de 75 minutos de duración, fue rodada en Manhattan, y posee un conjunto de tomas y planos de gran belleza fotográfica de la ciudad de Nueva York a principios de los años sesenta. La parte final se rueda en las orillas de Long Island que durante esos días fueron abatidas por un fuerte temporal, lo que le hace ganar en autenticidad ya que la costa este estaba siendo azotada por el huracán Donna. 
Blast of Silence posee algunas características que la hacen diferente y adelantada a su tiempo y al cine negro de la época, como por ejemplo Underworld U.S.A. (Samuel Fuller, 1961). Estaba más próxima al cine experimental e independiente que por entonces se hacía en NYC que a la serie B, feudo habitual del género negro. El operador de cámara Erich Kollman ya había trabajado para Cassavetes en Shadows, 1959, una de las piedras angulares del llamado New American Cinema y alentó el manifiesto escrito por Jonas Mekas, crítico y cineasta experi- mental lituano afincado en NYC después de la 2a Guerra Mundial, y que apoyaron otras 26 personalidades del cine independiente neoyorquino. En el rechazaban la intervención de productores, distribuidores e inversores en su trabajo e intentaban demostrar que se pueden hacen buenas peliculas con muy bajos presu- puestos y con salida fuera de los EE.UU. 
 
En resumen, una gran película, que no fue estrenada en España y que ha sido recientemente editada en dvd por The Criterion Collection y Bang Bang Movies. Su influencia abarca films tan diferentes como pueden ser Maniac (William Lustig, 1980), El silencio de un hombre (Melville, 1967) o la ya citada Taxi Driver (Scorsese, 1976). Una historia criminal minimalista centrada en el desencanto de su protagonista y que filma de forma casi documental la ciudad de Nueva York. 

Destacar también la potente banda sonora jazzística de Meyer kupferman, compositor y clarinetista, que utiliza contrastes acústicos basados en la utilización simultánea de ritmos, texturas e inflexiones atonales que impregnan las imágenes de un tono trágico de dolor y tristeza y ponen en relieve la complejidad emocional del protagonista de la historia.





Localidades reservadas (3)_Cine Negro en los años 60 (#3)_Le Doulos, 1962.




MENTIR O MORIR ESA ES LA CUESTIÓN. 

Maurice Faugel (Serge Reggiani) es un experto ladrón que ha pasado seis años en la cárcel por un robo anterior y acaba de salir a la calle. Lo primero que hará será reunirse con sus antiguos amigos y volver al trabajo. Para preparar un atraco necesita la ayuda de un nuevo tipo dentro de su círculo llamado Silien (Jean-Paul Belmondo). Silien es un tipo frío y distante que rara vez muestra sus sentimientos y que tiene fama de ser un confidente de la policía. El robo sale mal, y Maurice, que sospecha que Silien lo ha traicionado, decide ajustar las cuentas con él. 

La película está dirigida por Jean-Pierre Melville, llamado realmente Jean Pierre Grumbach, y que adopta como seudónimo el apellido del autor de Moby Dick, su admirado Herman Melville. Ese fue su nombre de guerra durante los años en que formó parte de la Resistencia ante la ocupación nazi de Francia y que mantuvo al terminar la contienda. Después de su debut con El silencio del mar (Le silence de la mer, 1949) película fetiche de la Nouvelle Vague con la que acabó teniendo grandes discrepan- cias, y de la adaptación de Los niños terribles (Jean Cocteau's Les enfants terribles, 1950), Melville desarrolla una cinematogra- fía centrada en el cine negro, siendo uno de los máximos exponentes del llamado Polar francés. Más de la mitad de su obra se englobará dentro de este género que irá depurando en estilo y lenguaje visual hasta su trilogía final: El silencio de un hombre (Le Samouraï, 1967), El círculo rojo (Le cercle rouge, 1970) y Crónica negra (Un flic, 1972). Sus referentes para este tipo de películas son claros, el cine negro clásico americano, el John Huston de La jungla de asfalto (The Asphalt Jungle, 1950) y los westerns de John Ford. El propio Melville habla aquí de ello sin rodeos: 

"Me han definido como “el más americano de los realizadores franceses y el más francés de los realizadores americanos”. Es una bonita frase, pero no me parece exacta. Hay gente en Francia que, por su forma de filmar, es tan americana como yo, y también hay realizadores americanos cuyas películas parecen más francesas que las mías. No se puede establecer una nacionalidad a partir de la forma de filmar. No quiero ser paradójico y decir que no me siento impresionado por el arte cinematográfico estadounidense, eso sería falso. Es cierto que mis primeras lecciones las he aprendido de sesenta y tres grandes realizadores estadounidenses que me han enseñado la profesión. Aprendí de ese cine hecho en los años 30 y 40, como lo aprendieron todos los cineastas de mi generación, ya fueran franceses, italianos, ingleses o japoneses. Nos encontramos frente a una gramática y una sintaxis tan bien elaboradas que no se podían inventar otras. El western es el cine, es la forma más perfecta de espectáculo cinematográfico. Un buen western, en color y en scope, es algo extraordinario. Todas mis películas policiales son westerns trastocados de ambiente. Es difícil hacer algo que no se parezca a un western."

No solo por su espíritu individualista y solitario, como se ha dicho, sino también porque se le cerraron las puertas del sindicato de técnicos cinematográficos, Melville decide crear una productora y fundar sus propios estudios, lo que le llevó también a constituirse en un precursor de la producción independiente. Por ello fue tomado como modelo por las nuevas generaciones de realizadores franceses y, en especial, por los de la Nouvelle Vague, que lo reclamaron como padre, pero de quienes él decidió tomar distancia. Durante una entrevista en 1970, Melville declara que "Godard es un personaje considerable, estremecedor, patético. La destrucción de Godard por Godard es fabulosa." Y aborrece también del Truffaut de Domicilio Conyugal (Domicile conjugal, 1970) opinando "¡qué lejos quedan los 400 golpes! ¡esto vuela muy bajo! Desde entonces me aborrecen, por supuesto, pero era lo mejor para mí y lo mejor para ellos". 

La modernidad del cine de Melville no solo reside en el carácter individualista de sus personajes urbanos, o en la rigurosidad del tratamiento espacio-temporal de sus historias, si no en la manera de encarar sus proyectos. “Me cuido de nunca ser o parecer realista. Todo lo que hago es falso. Siempre”. El mundo de Melville parece tener una entidad propia, una vida que le pertenece sólo al director y a sus películas y que le acerca a autores de obras tan personales como Robert Bresson, Alain Resnais o Yasujiro Ozu . 

Su puesta en escena es rigurosa, sobria y nítida. Filma con serenidad y sosiego los actos más anodinos, privilegiados  por su sentido de la observación. Las emociones subyacen detrás de los personajes y raramente afloran a la superficie. Hay un destino marcado en los rostros de los personajes de Melville, un signo que usualmente se asocia a la fatalidad y la muerte. Sin embargo, estos personajes no buscan escapar a este camino marcado de antemano, sino que con dignidad se dejan llevar por él. Su iconografía del gánster, la violencia y un gusto por los guiones complejos influyeron enormemente a directores contemporáneos como Martin Scorsese, John Woo, Takeshi Kitano o Quentin Tarantino quien declaró alguna vez que el guión de El Confidente era su favorito de todos los tiempos. 

En el prologo de la película ya advierte que sólo habrá dos opciones "morir o mentir". Ante esta disyuntiva vital, está claro que la mentira se convertirá en la moneda de cambio corriente en los diálogos de los personajes, llegando a dominar toda la atmósfera narrativa del filme. Como ya ocurria en su primera película, El silencio del mar, donde para no traicionarse, dos campesinos franceses negaban la palabra al oficial nazi que ocupaba su casa, el hecho de hablar se encuentra íntimamente ligado a la traición y a la delación en sus películas de serie negra. Al final, la mayoría de sus personajes acabarán eligiendo el silencio como forma de vida, llevando esta idea al extremo en El Silencio de un hombre ( Le Samouraï, 1967). 

A Melville le importa muchísimo el fetichismo en el vestuario, en sus propias palabras, “un hombre armado es diferente a los demás y seguro que lleva sombrero. En el cine, un hombre que dispara con sombrero es más impresionante que otro que dispara sin él. El porte del sombrero equilibra un poco el revólver en el extremo de la mano”. Cine negro en estado puro. 




viernes, 29 de noviembre de 2013

Localidades reservadas (1)_Cine Negro en los años 60 (#1)_The Killers, 1964.



Inaguramos el cine de LOCALidades Reservadas en Local  con un ciclo sobre Cine Negro en los años 60.  El film Noir, como Lo llamó la crítica europea, se nutre en un principio de la novela negra y parte desde la transición de los años 20 a los 30 en Hollywood con el denominado cine de gangsters y tiene su desarrollo y auge durante las décadas de 1940 y 1950. Se suele citar a Sed de Mal, Orson Welles, 1958 como la última gran película del cine negro clásico.

Durante los años sesenta del pasado siglo un gran número de directores, tanto americanos, como europeos siguieron evolucionando un género que ha llegado vigente hasta la actualidad, podríamos decir que se internacionalizó. Las raices del cine negro son profundas y diversas. Literariamente se nutre de obras detectivescas y de la escuela hard-boiled, algunas escritas para revistas Pulp como Black Mask por autores que se convertirían luego en clásicos como Dashiell Hammett, Raymond Chandler, James M. Cain, David Goodis y un largo etcétera, aunque también recibe influencias de naturalistas como Emile Zola o Ernest Hemingway, como en el caso que nos ocupa. Artísticamente y desde un punto de vista estético, el expresionismo alemán y el cine desarrollado en Europa previo a la II Guerra Mundial fue su influencia más significativa gracias en gran medida a la llegada a Hollywood de directores como Fritz Lang, Billy Wilder, Robert Siodmak, Max Ophüls o Jacques Tourneur. La mezcla de expresionismo con un cierto realismo poético, una serie de arquetipos repetidos con asiduidad, como el perseguido, el detective solitario, el gangster o la mujer fatal y una imagen visual muy potente de claroscuros que se nutre de diferentes fuentes como las pinturas callejeras de Hopper o incluso las luces y sombras de Caravaggio si nos remontamos en el tiempo, son las que formarán el germen del género. El amplio abanico de influencias que recibe sería imposible de resumir aquí y ha dado lugar a una extensa bibliografía sobre este tipo de películas, que nos ofrecen desde la ambigüedad de sus contenidos, un retrato metafórico de los males que aquejaban a la sociedad americana en ese momento.

La peli que nos ocupa, Código del Hampa (Don Siegel, 1964), está basada en un relato corto de Ernest Hemingway llamado The Killers de 1927 del que ya se realizó un gran película en 1946, Forajidos, dirigida por Robert Siodmak. Los papeles interpretados en aquella por Ava Gadner y Burt Lancaster son en este caso protagonizados por Angie Dickinson y John Cassavetes. Como curiosidad, resaltar como este pequeño relato llamó la atención de un director como Andrei Tarkovsky del que realizó una adaptación que fue a su vez su primera película, un cortometraje de veintiun minutos con la parte inicial de la historia, que rodó en su época de estudiante de cine en la U.R.S.S. a finales de los años cincuenta.

La narración del film se desarrolla a través del camino que siguen los asesinos hasta dar con el cerebro de una organización y con su dinero y gira en torno a tres grandes flashbacks. La película es en realidad un remake de la de Siodmak donde se nos muestra un mundo angustioso de personajes antiheroicos proclives a la fatalidad. Siegel había colaborado en Forajidos escribiendo el primer tratamiento del guión así que ya sabía lo que se traía entre manos. Simplifica en cierta manera la historia, reduciendo los once flashbacks de la original a tres y concede el hilo conductor a los asesinos. Transforma al protagonista de boxeador en piloto de carreras, aunque ambos igualmente fracasados y enamorados de una mujer que les arrastrará sin remedio a la perdición. Los asesinos encarnados por Lee Marvin y Glu Gulager anticipan a la pareja creada por Tarantino para Pulp Fiction, 1994, tanto por sus diálogos y forma de actuar como por su estética. Angie Dickinson es el prototipo de mujer fatal donde su víctima vuelve a caer una y otra vez negándose a creer en la evidencia.

La película fue concebida en un principio para la pequeña pantalla, fue producida por el propio Siegel para la Universal, pero finalmente se acabó proyectando en los cines, según se dijo por sus elevadas dosis de violencia. En el fondo, se supo tiempo después que algunos códigos de censura aún disfrutaban de cierto poder de decisión y que la película fue desviada a la pantalla grande por la agresividad de algunas de sus escenas. El código Hays no se abandonó hasta 1967 y además de en el cine, comenzó a aplicarse también con la llegada de la televisión. Este cambio de una película pensada para la pequeña pantalla alteró una obra que no respetaba el formato, el tratamiento del color y las leyes de la gran pantalla, pero que con el paso del tiempo la textura, la rapidez de montaje y los planos creados por Siegel adquieron un valor diferente y audaz comparados con los de otras películas de ese momento que no estaban rodadas de esa manera. Los zooms, las tomas aéreas montadas con primeros planos, las trasparencias y los colores saturados hacen de ella una película más moderna de lo que era en realidad para la televisión.

Don Siegel llevaba trabajando en Hollywood para los estudios desde los años cuarenta, tenía ya una larga trayectoria y había trabajado en todo tipo de producciones tanto en cine como en televisión, como director, montador y productor. Había dirigido a grandes actores y actrices como Robert Mitchum, Peter Lorre, Steve McQueen, Ida Lupino o  Jane Greer. Y ya había trabajado con John Cassavetes y Ronald Reagan que coinciden en esta película. Siegel también dirigió una película con Elvis Presley y un clásico de la ciencia-ficción con paralelismos políticos como La invasión de los ladrones de cuerpos en 1956. Empezó a destacar por un estilo propio, rápido y violento que desarrollará posteriormente con varias películas con Clint Eastwood del que sin duda será un referente en su posterior carrera como director y le hizo dar sus primeros pasos en el cine a directores de la talla de Sam Peckinpah que trabajó para él como guionista.

Perdidos los referentes sociales del noir clásico, la película va desgranando un amplio  despliegue visual, que unido a un sólido guión y a las magníficas interpretaciones de Angie Dickinson y de Lee Marvin, que al año siguiente ganaría un oscar al mejor actor por su interpretación en el musical Cat Ballou (Elliot Silverstein, 1965) hacen que la película enganche de principio a fin. Lee Marvin hace aquí uno de sus mejores papeles, de asesino escéptico y algo existencialista que se pregunta por qué su victima en vez de huir se ha dejado matar, pero sin dejar de lado el tema principal, el dinero. En cuanto al resto del reparto,  destacar a John Cassavetes, el cual ya había dirigido tres películas en ese momento, la mítica Shadows, 1959, por la cual fue considerado un pionero del cine independiente en los EE.UU. y dos películas más para los estudios de Hollywood, aunque su experiencia como actor era muy amplia, sobre todo trabajando en series de televisión. Poco después sería también muy recordado por su papel como actor fracasado que vende a su hijo al diablo para poder triunfar en Rosemary's Baby de Roman Polanski. Los dos personajes de la trama que nos quedan son Clu Gulager que será el pistolero acompañante de Lee Marvin y que trabajó en innumerables series de televisión durante más de cuarenta años y donde cabe destacar su papel en una notable película siete años después, The Last Picture Show de Peter Bogdanovich. Por último destacar la aparición de Ronald Reagan en su última película como actor  aunque luego seguirá actuando en la vida real, en 1967 será nombrado gobernador de California, cargo que mantendrá durante dos mandatos consecutivos, el resto es de sobra conocido. Es curioso como en esta película, Reagan haciendo un papel de gangster mafioso, recibe varios disparos y luego los volverá a recibir en 1981 siendo ya presidente de los Estados Unidos.
La música corre de la mano de un joven John Williams, aunque el tema principal que acompaña a los créditos iniciales es de Henry Mancini y pertenece a la banda sonora de Sed de Mal de Orson Welles, estrenada solo seis años antes; los derechos eran de la Universal y decidieron reaprovecharlos, quizás pensando que el filme iba a emitirse solo por televisión. Cabe destacar tambien la canción"Too Little Time" interpretada por Nancy Wilson en la película y escrita por Henry Mancini y Don Raye.

Algunas prohibiciones del Código Hays de censura que se aplicó desde 1934 hasta 1967:
-La técnica del asesinato deberá ser presentada de manera que no suscite la imitación.
-No se mostrarán los detalles de los asesinatos brutales.
-La venganza, en nuestros días, no será justificada.
-Los métodos de los criminales no deberán ser presentados con precisión.
-Las técnicas del robo, de la perforación de cajas fuertes y el dinamitado de trenes, minas y           edificios, no deben ser detalladas.
-La utilización de armas de fuego será reducida al mínimo estricto.
-Los órganos genitales del hombre no se deben delatar, bajo un ropaje de bolsas o de pliegues sugestivos.
-Los órganos genitales de la mujer no deben delatarse, bajo un tul, ni en sombras, ni como un surco. Toda alusión al sistema capilar, incluidas las axilas, está prohibida.
-Las danzas que sugieran o representen actos sexuales o pasionales indecentes están prohibidas.
-El adulterio y todo comportamiento sexual ilícito, a veces, necesarios para la Intriga, no deben ser objeto de una demostración demasiado precisa, ni ser justificados o presentados, bajo un aspecto atractivo.
-Un amor impuro nunca debe parecer atractivo o hermoso.

PRÓXIMA PELÍCULA - BLAST OF SILENCE - 1961 - ALLEN BARON

Localidades reservadas (1)_Cine Negro en los años 60 (#1)_The Killers, 1964.